Francisco De Luna
Su nombre es Gloria del Carmen, tiene 32 años y padece parálisis cerebral a causa de la meningitis aguda. María del Rosario es su madre y única ayuda. Ambas enfrentan viven en condiciones de pobreza, muchas veces no tienen qué comer y mucho menos para las atenciones médicas.
Su domicilio se ubica en la calle Hidalgo 2027, de colonia Bellavista, en Villa Allende, municipio de Coatzacoalcos al sur del estado de Veracruz.
Gloria del Carmen Andrade Olmos, está postrada a la cama. Casi no se mueve y cuando lo intenta lo hace con mucha dificultad. Fue a los dos años de edad cuando los médicos le diagnosticaron la enfermedad que con el paso de los años se agravó.
Aunque tiene 32, parece una niña. No habla. La única comunicación que existe entre Gloria del Carmen con su madre María del Rosario, es a través de los ojos, mediante miradas, gemidos y balbuceos.
María del Rosario Andrade Olmos tiene de 55 años y ha dedicado tres décadas de su vida a los cuidados de su hija. Pero las fuerzas cada día se agotan tal y como ocurre con el dinero para compra la comida.
Y ante estas necesidades, algunos ciudadanos se han unido para buscar apoyos en especie.
El número telefónico que dieron para contactos es el siguiente: 921 23 545 89 o acudir a la calle Adolfo López Mateos número 617 de la colonia Petrolera de Coatzacoalcos donde sólo se reciben donaciones en especie.
Es urgente la donación de leche, café, huevo, jabón, detergente, azúcar, tomates, verduras, y todo tipo de alimento.
Doña María del Rosario relata que su hija quiere vivir “porque lucha para comer, pero todo se le cae y le escurre por la mandíbula, pero ya sé cuando tiene hambre”, entonces le sujeta la cabeza y hace el intento por darle cereal.
Gloria come con aprietos y con mucha dificultad, tampoco domina muy bien la lengua ni la boca. No habla, no puede mover su cuerpo, está deformada en su columna y cervicales, todos sus huesos de su esqueleto están deformes por completo.
La casa donde viven es pequeña y en suma precariedad. No hay mesas ni muebles, mucho menos cocina, solo una estufa vieja acomodada en un rincón.
La Señora María del Rosario no puede caminar si no es que mediante una andadera. “Vivimos de la misericordia y de la buena voluntad de la gente”, dice mientras avanza a pasos lentos hacia la puerta de su hogar.