Nos comentan que el pasado 2 de julio el chamaco le entregó su renuncia al gobernador Yunes Linares, pero éste ni siquiera lo volteó a ver enchilado como estaba por la derrota de su hijo. En agosto, el mozalbete de los dieces en la facultad de Derecho le volvió a tocar el tema, pero el gobernador lo paró en seco con un lacónico “aguanta”.
En noviembre, casi suplicó “me quiero ir con usted”. Pero el gobernador le dijo que no sólo no se iría, sino que se quedaría a cubrirle las espaldas y para lo que viniera.
Y lo que se le vino a Jorge Winckler fue el mundo encima. Sus enemigos, que los tiene a montones, no sólo están pidiendo su dimisión sino que quieren verlo en la cárcel. Acusaciones contra el Fiscal, les sobran.