Francisco De Luna
Actopan, Ver.- El Coyolillo es una comunidad asentada en el municipio de Actopan, a 38 kilómetros de la ciudad de Xalapa, donde desde hace más de 150 años se realiza el carnaval afromestizo.
Sus primeros habitantes de este lugar fueron esclavos de origen africano, liberados del Trapiche del Rosario y de Almolonga.
Esta fiesta a comparación de comparsas y carros alegóricos, se desarrolla de manera distinta. Los participantes portan máscaras de madera elaboradas de manera artesanal, trajes coloridos.
Este 2019 se realizará del 3 al 5 de marzo y concluye con el “chiletón”, que consiste en la elaboración del chile relleno más grande de Veracruz con mil 200 piezas.
Don Octavio López Zaragoza, narra que desde hace más de 40 años se dedica a la elaboración de las máscaras y desde ese tiempo emprendió la lucha para el rescate del carnaval que representa la liberación de la esclavitud.
La fiesta es una transformación, es la manera de manifestar sentimientos y contar al mundo que en Coyolillo la historia no fue de fiesta, sino del maltrato en que vivían y trabajaban los esclavos de las grandes haciendas.
Para representar la liberación de la esclavitud, los habitantes de Coyolillo, crearon su carnaval. Con trajes coloridos y máscaras cornudas o de monstruos bailan por las principales calles de la localidad.
Se trata de un poblado fundado por africanos, quienes al independizarse se refugiaron en un cerro cercano a las haciendas donde laboraban. La fecha del inicio del carnaval no se conoce con exactitud, aunque se cree que puede tener más de 150 años.
Los antepasados de los actuales pobladores del lugar fueron esclavos africanos que trabajaron para las haciendas de Almolonga en el siglo XVIII en las inmediaciones de la antigua Xalapa.
Las características físicas de los pobladores dan una pista de las regiones de las que vinieron sus ancestros, pues son de piel morena y cuerpo esbelto, propio del norte de África.
El señor Octavio, recuerda que el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco (1998-2004) le dio más auge y promoción a la fiesta y desde entonces la localidad es más conocida.
Ahora llegan cientos de turistas a este rincón africano de Veracruz, donde los colores se fusionan entre trajes holgados, máscaras cornudas, penachos vibrantes o cabelleras acompañadas de rostros monstruosos, tal y como creían o imaginaban los antiguos habitantes que eran sus “amos” que pagaban para mantenerlos en esclavitud.