Palabra de Nimbe…
Por Nimbe Romero
Las mujeres de la región totonaca continúan la tradición de acudir con parteras, para que ayuden a traer al mundo a su descendencia. Pero a pesar de que encierran prácticas de medicina tradicional, misticismo y «dones» , también tienen los riesgos de la mortandad materno-infantil a cuestas.
El derecho a elegir continuar con su tradición puede poner en riesgo a las mujeres, que además se ganan el «guajolote» si dan a luz a un varón, siempre que sea por medios naturales.
Hay casos donde las mujeres que tuvieron que traer a sus hijos al mundo por cesárea son criticadas por no ser buenas «paridoras», incluso por otras mujeres.
Sin embargo, para «Doña Licha» con más de 40 años de experiencia como partera en la región de Papantla, se debe privilegiar a las practicantes de esta tradición.
Recomienda que la «parturienta» se alimente bien, acuda a sus citas de control médico, y también con la «partera» para que a través de masajes y su voz, el bebé vaya acomodándose y sea más viable el parto natural.
El parto por medios naturales es de mayor beneficio para la madre y el hijo; se les recomienda siempre hablarle a su bebé; caminar hace bien; y puede atenderse en su casa o en casa de la partera
«Tiene que tomar su té de hierbas; se le ponen hojas que también favorecen a la parturienta; es muy importante se tapen la cabeza, los pies y no toquen nada filoso como cuchillos o tijeras; además, la partera debe curar al bebé de su ombligo, y bañar a la mamá con hierbas para que sus tejidos regresen a la normalidad, además de que se limpia más rápido la matriz».
La medicina tradicional no está peleada con la atención médica institucional; al contrario, las parteras ayudan a los nosocomios, que no se dan abasto a la demanda de partos, comenta.
Las parteras tradicionales no deben desaparecer, se debería hacer una escuela exclusivamente donde las parteras mayores enseñen a las interesadas en seguir con esta tradición los masajes y la herbolaria; y den pláticas sobre los cuidados específicos para la madre y el bebé en el postparto.
Incluso, debería hacerse un intercambio con parteras tradicionales de otros estados de la República, para intercambiar conocimientos y mejores prácticas.
Desafortunadamente, las políticas gubernamentales no da muy buenos augurios para los temas que atañen a las mujeres.
Bueno sería que se legisle en la materia y que se fomente, difunda y privilegie tan necesaria tradición. Las parteras, son puente para las nuevas vidas, y todavía en muchas comunidades se les respeta demasiado y se les consulta hasta por otros «servicios» para los bebés, como curarlos del «empacho», «campanilla desviada», «rodarlos» o «levantarle la mesa».