- Investigación de Eduardo Morteo Ortiz, del IIB-UV, expone la existencia de un acuerdo implícito entre la fauna marina y este sector, motivado tanto por la competencia de recursos como por el riesgo de daño a las artes de pesca
- Fue dada a conocer en el 2° Encuentro de Ciencias de la Tierra y del Mar, mediante una ponencia
- Llamó a repensar las prácticas pesqueras y el tráfico marítimo en zonas críticas para los delfines, y la importancia de una convivencia equilibrada en el Golfo de México
Redacción Hora Cero
Eduardo Morteo Ortiz, investigador y director del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB), de la Universidad Veracruzana (UV), presentó una ponencia que podría redefinir la forma en que se entiende la interacción entre los delfines costeros (Tursiops truncatus) y las actividades pesqueras en el suroeste del Golfo de México.
En el marco del 2° Encuentro de Ciencias de la Tierra y del Mar, celebrado en la Unidad de Servicios Bibliográficos y de Información (USBI) de la Universidad Veracruzana (UV), región Veracruz, Morteo Ortiz expuso el tema “Comparación espacial de densidad de tursiones costeros y pesquerías artesanales en el suroeste del Golfo de México”, el cual introduce una innovadora aplicación de la morfometría geométrica para estudiar mapas de densidad en un contexto marino.
“Utilicé este método para adaptarlo a la geografía y poder hacer comparaciones estadísticas de mapas de densidad”, explicó ante estudiantes, académicos y colegas reunidos en la sala de videoconferencias de la USBI.
Este enfoque permitió al investigador determinar no sólo la presencia de delfines en distintas áreas, sino también su relación con las embarcaciones y artes de pesca en un periodo de casi 15 años.
Los resultados de esta extensa investigación que comprendió 140 navegaciones, más de 300 grupos de delfines y cerca de dos mil registros de embarcaciones, revelaron un patrón claro: una evasión recíproca entre los delfines y las pesquerías artesanales.
Según Morteo Ortiz, “los delfines no van donde están las embarcaciones ni las artes de pesca, y viceversa, los pescadores no echan sus redes donde están los delfines porque hay competencia, las muerden y todo”.
Este fenómeno, capturado a través de mapas de densidad espacial, sugiere una especie de acuerdo implícito entre la fauna marina y los pescadores, probablemente motivado tanto por la competencia por recursos como por el riesgo de daño a las artes de pesca.
El estudio también destaca un dato alarmante: los grupos de cría de delfines son particularmente sensibles al tráfico marino, por lo que evitan zonas donde el tránsito de embarcaciones es mayor: “Estos grupos de crianza están fuera de los sitios donde hay tráfico”, puntualizó el investigador.
El uso de la morfometría geométrica en este contexto representa un avance significativo para la biología de la conservación, ya que al comparar mapas de densidad con una precisión estadística, se abre la posibilidad de identificar áreas de conflicto y diseñar estrategias que mitiguen el impacto humano en estas poblaciones marinas.
La ponencia del investigador y titular del IIB-UV fue un llamado a repensar las prácticas pesqueras y el tráfico marítimo en zonas críticas para los delfines, destacando la importancia de una convivencia equilibrada en el Golfo de México: “Si podemos identificar estas zonas de evasión y los sitios sensibles para las crías, podemos planificar mejor las rutas de navegación y las prácticas de pesca para reducir el impacto”, concluyó.
Un mar compartido es un mar respetado, y los hallazgos de Morteo Ortiz abren una nueva ventana para protegerlo, coincidieron investigadores y estudiantes que asistieron al evento organizado por la Dirección General de


