Juan David Castilla
Colonias como Las Granjas, en la parte Alta, y Morelos son hoy paisajes de ruina. Más de 150 viviendas simplemente desaparecieron: paredes derrumbadas y apenas pedazos de concreto se asoman entre el lodo. Las calles Pozo 174 y Manuel Capetillo son intransitables, cubiertas de troncos, basura, vehículos arrastrados y árboles. La escena, relatan los sobrevivientes, parece un campo de guerra.
“¡Aquí había casas, el agua las arrancó desde sus cimientos!”, el grito de las familias afectadas resume la tragedia en la ciudad petrolera de Poza Rica, al norte de Veracruz, tras el desbordamiento del río Cazones.
El caudal alcanzó casi los nueve metros y desató un golpe de agua repentino en la madrugada del pasado viernes 10 de octubre, obligando a cientos de familias a huir a oscuras y a contracorriente. Perdieron en minutos el patrimonio de toda una vida.
Al regresar la mañana del sábado 11, el panorama era desolador. La gente caminaba entre coches que quedaron prácticamente sobre otros, techos caídos, paredes agrietadas y colchones empapados de lodo.
“No tenemos nada, ni dónde sentarnos ni dónde acostarnos. Hemos pasado dos noches sentados”, lamenta una vecina. Se teme por personas desaparecidas y fallecidas, atrapadas al intentar escapar. Otras familias pasaron la noche atrapadas en las azoteas de las casas.
Cientos de animales muertos se suman al dolor, mientras las paredes ennegrecidas delatan la altura que alcanzó la corriente. Aunque decenas de perros han sido recatados por grupos de personas que organizaron para ayudarlos.
“Lo principal es que tenemos vida. Con la bendición de Dios vamos a salir adelante”, afirma.
Ahora se observa a grupos de jóvenes y familias organizadas que recorren las calles, llevando comida, ropa y medicamentos a los damnificados.
Los elementos del Ejército Mexicano, Marina, Guardia Nacional, Protección Civil y las corporaciones estatales y municipales mantienen las labores de atención para ayudar a los más afectados por esta devastación en Poza Rica, situación que también golpeó fuertemente a otros municipios del norte veracruzano.
Mientras esto ocurre, otros se aprovechan de la tragedia para saquear las tiendas y llevarse hasta las motocicletas de las agencias.
