Hora cero
Huerta y su protagonismo en la tragedia
Luis Alberto Romero
Cuando el dolor humano se convierte en escenario político, aflora el oportunismo. Eso es lo que ha hecho el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, quien ha visto en las inundaciones que devastaron el norte de Veracruz una oportunidad para posicionarse mediáticamente, en lugar de solidarizarse auténticamente con las familias que lo perdieron todo.
Mientras el Gobierno del Estado y las instituciones federales se mantienen en la zona atendiendo la emergencia, coordinando rescates, restableciendo servicios y garantizando víveres, Huerta llegó como si fuera el redentor de la tragedia. Con cámaras y gestos de falsa cercanía, buscó acaparar reflectores en comunidades donde la gente no necesita promesas, sino soluciones.
No es la primera vez que el senador recurre a este tipo de tácticas. Desde su paso por la Delegación de Bienestar, Manuel Huerta convirtió un encargo de servicio público en una plataforma personal. Aprovechó la estructura federal para construir redes clientelares y, según múltiples versiones, utilizó los programas sociales como moneda de cambio política. Hoy, ese mismo patrón se repite: donde hay dolor, él ve oportunidad.
En Texcatepec, por ejemplo, llegó cuando el río Vinazco ya había sido cruzado gracias al trabajo coordinado entre los propios pobladores y las autoridades estatales. Los habitantes, con el respaldo del Gobierno de Veracruz, lograron reconstruir un paso provisional. Solo entonces apareció el senador, con una carta en mano y un discurso crítico hacia la actuación del gobierno estatal, intentando capitalizar el esfuerzo ajeno.
Mientras las fuerzas armadas, Protección Civil, la CFE y la Conagua trabajan sin descanso para restablecer caminos, electricidad y agua potable, el senador optó por el libreto de la confrontación. Su presencia en la zona no aportó maquinaria, ni víveres, ni soluciones; solo generó confusión y buscó dividir. En lugar de sumar, intentó politizar la tragedia.
Resulta preocupante que, en medio de una emergencia humanitaria, un servidor público anteponga la ambición personal a la solidaridad. Veracruz necesita unidad, coordinación y trabajo conjunto; no caudillos de ocasión ni actores políticos que pretenden apropiarse del dolor del pueblo para ganar protagonismo.
La gente de la Huasteca, noble y trabajadora, sabe distinguir entre quien llega con ayuda y quien llega con micrófono. En los desastres naturales, las palabras no reconstruyen caminos ni devuelven hogares; lo hacen las acciones. Por eso, cada gesto de oportunismo político no solo resulta indignante, sino ofensivo para las víctimas.
La tragedia del norte de Veracruz no es una pasarela ni un trampolín electoral. Es una prueba de humanidad y compromiso. Y en esa prueba, Manuel Huerta vuelve a reprobar. Porque mientras algunos se ensucian los zapatos ayudando, él solo busca que lo enfoquen las cámaras.
No actuó como los diputados locales que, encabezados por Esteban Bautista, llevaron víveres y anunciaron la donación de un mes de salario; tampoco llevó toneladas de apoyo y enseres, como los diputados federales; sólo se presentó para criticar el trabajo ajeno e intentar capitalizar políticamente la tragedia.
En política, como en la emergencia, el verdadero liderazgo no se grita: se demuestra.
@luisromero85