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La reconstrucción que se viene
Gustavo Filobello Niño
22/10/2025
A casi dos semanas de las inundaciones en la zona norte del estado, la dimensión de la tragedia se perfila con mayor claridad.
El saldo humano es, hasta ahora, el aspecto más doloroso: se contabilizan 76 personas fallecidas y 31 personas no localizadas en cinco entidades del país. Nuestro estado, Veracruz, resultó el más golpeado, con 34 decesos confirmados y 18 personas que aún no han sido ubicadas.
La infraestructura también padece el impacto: aún persisten 31 localidades incomunicadas, lo que exige la activación de un puente aéreo para suministrar alimentos y agua potable de emergencia, además de caravanas de salud y sanidad para la limpieza de las zonas afectadas. Sin embargo, es el censo levantado por la Secretaría del Bienestar el que ofrece la dimensión de la afectación material: se han contabilizado 48,719 viviendas censadas en Veracruz, y la cifra sigue en aumento.
La ayuda inicial está llegando. El apoyo fluye desde las instituciones gubernamentales mediante recursos destinados a la limpieza, la adquisición de enseres domésticos y la reparación de viviendas. De igual forma, la sociedad civil responde con el envío de despensas, agua potable, ropa y medicinas, complementado por iniciativas empresariales como las de Grupo Chedraui, que duplica cada peso donado, o las ofertas de empresas de telefonía que brindan llamadas e internet gratuitos a los damnificados.
Esto es un avance fundamental.
Sin embargo, surge la pregunta crucial: ¿Qué ocurrirá después de que concluya la atención inmediata a la emergencia?
El golpe económico y social a largo plazo es inminente. ¿Cuál será el futuro de las pequeñas empresas como las tiendas de abarrotes, carnicerías, tortillerías, fondas, transportes de carga o taxis, que fueron arrasadas por el agua y el lodo? ¿Qué sucederá con la documentación oficial esencial, como títulos de propiedad, certificados escolares, o actas de matrimonio y nacimiento que se perdieron? ¿Qué plan existe para los cultivos destruidos, las cosechas perdidas y las cabezas de ganado arrastradas por la corriente? ¿De qué manera se sostendrán las familias durante el largo periodo que tomará la recuperación?
Al igual que en otras tragedias provocadas por sismos y huracanes, una vez superada la fase de emergencia, enfrentaremos la dura realidad del golpe económico y social a largo plazo, unido al duelo por las pérdidas humanas.
No es momento de declarar una victoria anticipada. Y mucho menos de disminuir la atención sobre el foco de la emergencia en el norte de Veracruz.
La reserva de alimentos en las despensas se agotará, el dinero para la reconstrucción de viviendas se consumirá, y si desde ahora no se articula un plan sólido de recuperación económica y social posterior a la tragedia, la región enfrentará una segunda crisis: la de una sociedad lastimada que exigirá respuestas.
¿Usted qué opina?


