El eco ancestral de «La Orduña»: a campanadas llaman a los muertos

Juan David Castilla

La comunidad de La Orduña, municipio de Coatepec, se prepara para recibir la celebración de Todos Santos con el vibrante sonido de su campanario, una tradición que se niega a extinguirse y que funge como un llamado ancestral a los espíritus.

Everardo Vázquez Rodríguez, actual encargado del campanario de la iglesia de San Sebastián Mártir, reafirma el compromiso de mantener viva esta práctica heredada de sus abuelos.

El repique ininterrumpido de las campanas
comenzará al mediodía del 1 de noviembre, Día de Muertos, y cesará hasta las 3 de la tarde del 2 de noviembre, marcando así el momento en que, según la creencia popular, los difuntos emprenden su regreso.

«Nosotros sabemos que es una tradición… se me hace que por eso es que se repican las campanas, para el recibimiento de que los difuntitos según salen para los altares que los estamos esperando en las casas», explica Vázquez Rodríguez.

La tradición no solo se limita al sonido. A las 7 de la noche, los campaneros inician un recorrido por el pueblo portando una pequeña campana, una señal que la comunidad interpreta como el momento de la ofrenda.

Los vecinos salen a su encuentro con tamales y pan, alimentos que son recolectados en la iglesia para agasajar a los visitantes de otros pueblos que llegan a presenciar la costumbre.

El repique es una labor comunitaria y continua: «aquí viene a tocar campana el que guste, va llegando y va cambiándonos (…), pero sin dejar de tocar», comenta don Everardo.

Este esfuerzo ha convertido al campanario en un punto de referencia que atrae a visitantes de Coatepec, Xalapa, Campo Viejo y Chavarrillo. Para los habitantes de La Orduña, el campanario es la esencia de Todos Santos.

«Cuando dejan de repicar campanas o que no se repican, como que se siente un poco triste, se siente sólido el tiempo», confiesa el encargado.

Don Everardo también extiende la invitación: “pueden venir a acompañarnos, son bien recibidos” para que otros también sean testigos de esta profunda conexión entre el pasado y la fe.