Hora cero
Veracruz y el nuevo mapa del desarrollo
Luis Alberto Romero
El sur y sureste de México, durante décadas marginado del desarrollo industrial, podría convertirse en una de las regiones más dinámicas del país gracias al Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
El proyecto, impulsado por el Gobierno de México y coordinado por la Secretaría de Marina, no sólo es una obra de infraestructura ferroviaria: es una estrategia que busca conectar océanos, mercados y comunidades, con beneficios directos para Veracruz.
De acuerdo con la SEMAR, el Corredor Interoceánico representa un nuevo puente para el comercio global y una oportunidad real para la población del sureste.
El objetivo es aprovechar la ubicación estratégica del Istmo para conectar los puertos de Salina Cruz, en el Pacífico, y Coatzacoalcos, en el Golfo de México, mediante una red ferroviaria moderna y segura, acompañada de infraestructura carretera, portuaria y energética.
Según datos de la Presidencia de la República, la Línea K —uno de los tramos importantes del Tren Interoceánico— reporta un progreso superior al 87%; el primer tramo se inaugurará en noviembre. Este avance confirma que la integración del sureste ya no es una promesa postergada, sino una realidad en construcción.
Para Veracruz será alto el impacto. El puerto de Coatzacoalcos, uno de los más antiguos del país, se consolidará como un punto logístico de primer nivel. Su modernización permitirá ampliar las operaciones de carga, atraer inversión nacional y extranjera, y abrir nuevas rutas comerciales que unirán a México con América, Europa y Asia.
Además, el desarrollo de los Polos de Desarrollo para el Bienestar, que son zonas industriales planificadas a lo largo del corredor, impulsará actividades agroindustriales, farmacéuticas y manufactureras, generando empleos y cadenas productivas locales.
Este modelo, centrado en el desarrollo regional, busca que la riqueza generada no se concentre en los grandes centros urbanos, sino que llegue a los municipios históricamente rezagados y marginados del sur de Veracruz y, en general, de la región sureste del país.
El proyecto también tiene una dimensión social: contempla obras de infraestructura básica, vivienda, electrificación y mejoramiento de caminos, con el propósito de elevar la calidad de vida en comunidades del Istmo.
El Tren Interoceánico es, en suma, una apuesta por equilibrar el desarrollo nacional, que durante años estuvo limitado al norte y centro del país. Si se ejecuta con transparencia, respeto ambiental y visión de largo plazo, Veracruz tiene ante sí una oportunidad para convertirse en un eje del comercio y en el corazón logístico del sureste mexicano.
Esperemos que esta vez, el tren del progreso no pase de largo; lo que está en juego no es sólo un proyecto de infraestructura, sino el modelo de desarrollo que podría definir al país en las próximas décadas.
@luisromero85
 
            