Al Filo de la Nota
El acoso a la Presidenta Sheinbaum
Gustavo Filobello Niño
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La caminata de la presidenta Claudia Sheinbaum desde el Palacio Nacional hacia las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, un trayecto de cinco minutos a pie, se convirtió en algo más que una anécdota. Durante ese breve recorrido, un sujeto la abordó, la abrazó e intentó besarla con una intención inapropiada. La reacción de la mandataria fue inmediata: se deshizo del contacto y se separó del agresor, momento en el que, finalmente, una persona de su equipo de ayudantía intervino.
El hecho es grave. No se limita a la prohibición y sanción de cualquier forma de acoso contra hombre o mujer; lo fundamental es que evidencia la vulnerabilidad institucional a la que estuvo expuesta la presidenta en las calles de la Ciudad de México.
Si la mujer que ostenta el poder máximo en el país puede ser abordada e intentada toquetear de esta manera, la pregunta que surge es inevitable: ¿qué margen de seguridad tienen los millones de mujeres mexicanas que caminan diariamente por las calles del país?
La visibilidad del acoso que padecen las mujeres en México ha quedado expuesta, amplificada por la importancia de la víctima. Si a ello se añade la posibilidad de que el agresor hubiera tenido una intención de daño mayor, el evento es aun mas grave.
El incidente puso en relieve dos aspectos: el riesgo cotidiano al que se exponen las mujeres mexcanas y la debilidad de los protocolos de protección presidencial. La intención de la presidenta de mantener cercanía con el ciudadano es comprensible, pero el evento del martes pasado obliga a un replanteamiento estricto: la seguridad de la Jefatura del Estado debe ser prioritaria y fortalecerse. No hay alternativa.
Este lamentable suceso, además, impone una responsabilidad cívica: la obligación de denunciar cualquier acto de acoso. No importa la identidad de la víctima o del agresor. La inacción es complicidad.
¿Acaso se requiere padecer el acoso en carne propia para entonces actuar? Si la acosada fuera su familiar, ¿optaría usted por el silencio?
¿Usted qué opina?



