Veracruz, en el abandono; el fracaso de Patricia Lobeira / Hora cero

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Veracruz, en el abandono; el fracaso de Patricia Lobeira

Luis Alberto romero

Tal parece que la alcaldesa de Veracruz, Patricia Lobeira Rodríguez, está desesperada por maquillar los pobres resultados de su gestión. Su gobierno, marcado por la improvisación, la falta de rumbo y el abandono de la ciudad, se ha convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando el poder se ejerce sin compromiso ni cercanía con la ciudadanía.

Llegó a la presidencia municipal en 2021 como candidata emergente del PAN, tras la inelegibilidad de Miguel Ángel Yunes Márquez. Su administración comenzó bajo la sombra del apellido Yunes y, con el paso del tiempo, confirmó los temores de muchos: que el Ayuntamiento de Veracruz quedaría atrapado en un esquema político familiar más interesado en el control del poder que en resolver los problemas reales de los porteños.

A lo largo de su gestión, la alcaldesa ha intentado sostener una narrativa de éxito mediante campañas publicitarias y reconocimientos de dudosa procedencia, que más parecen instrumentos de autopromoción que verdaderas evaluaciones de gobierno.

Hace poco, por ejemplo, presumió un reconocimiento “patito”, supuestamente de la Segob, pero en realidad no fue más que un documento del perredista Armando Quintero, del INAFED, que en nada salva al que ha sido catalogado con el peor gobierno municipal en toda la historia de este emblemático puerto.

La imagen actual de Veracruz habla por sí sola: calles destruidas, colonias en penumbras por falta de alumbrado, basura acumulada en prácticamente todos los sectores y una infraestructura urbana al borde del colapso. El centro histórico, antes orgullo de la ciudad, hoy luce sucio, deteriorado y sin un solo proyecto serio de rescate.

En tiempos de lluvias, los encharcamientos y las inundaciones se han vuelto rutina, mientras el Ayuntamiento brilla por su ausencia.

El transporte y la movilidad tampoco escapan al desastre. Los elementos de Tránsito municipal se han convertido en un dolor de cabeza para los ciudadanos; están más preocupados por extorsionar automovilistas que por garantizar el orden vial.

En Veracruz, la percepción generalizada es de descomposición institucional y de una autoridad ausente, más pendiente de posar para las cámaras que de dar resultados.

En materia de obra pública, los resultados son desoladores. No hay proyectos importantes, ni obras que marquen un antes y un después en la vida de los veracruzanos.

La inversión municipal ha sido mínima, mal ejecutada y en muchos casos, destinada a acciones superficiales.

En tres años, Veracruz no ha tenido una sola obra significativa que pueda atribuirse directamente a la gestión de Lobeira Rodríguez.

El saldo: un municipio que perdió cuatro años de avance, tiempo que tardará mucho más en recuperarse.

Mientras otras ciudades veracruzanas apuestan por la modernización urbana, el impulso turístico o la innovación económica, el puerto más emblemático del estado se hunde en el rezago.

La situación llega a tal punto que, a meses de concluir su gestión, la alcaldesa prácticamente ha desaparecido de la vida pública. No hay presencia institucional ni liderazgo político. Veracruz, una ciudad con historia, identidad y vocación de progreso, está hoy atrapada en la inercia del abandono y la desidia.

Al final, lo que los ciudadanos viven cada día es la evidencia de un fracaso rotundo. Patricia Lobeira pasará a la historia como la alcaldesa que convirtió a Veracruz en una ciudad descuidada, sin rumbo y sin obras.

Y mientras ella busca reconocimiento en el papel, los veracruzanos esperan que el próximo gobierno logre rescatar lo que su administración dejó hundido en el deterioro, la negligencia, la desidia y la indiferencia.

@luisromero85