Fuego amigo / Gustavo Filobello Niño

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Fuego amigo

Gustavo Filobello Niño

En política, el golpe que más duele proviene del “fuego amigo”, ese que llega de quien menos lo esperas, como un supuesto seguidor o un aliado político e ideológico. La quemazón amiga proviene de quien ha estado contigo en apariencia, quien celebró tus éxitos y lamentó los fracasos; el “fuego amigo” es del artero golpeador lateral que desea lo tuyo y cree merecerlo más que tú.

No es fácil identificar al golpeador escurridizo.

Obcecados por avanzar y evitar tropezar con los obstáculos del camino, los políticos novatos olvidan voltear a los flancos, incluso hacia atrás. Contrarios a ellos, los políticos avezados saben de este fuego y señalan un punto de partida común para dar con él: un halago excesivo.

En política, eres el mejor amigo cuando tienes poder, pero dejas de serlo cuando lo pierdes. No obstante, la adulación excesiva, la abyección del halagador, la aparición inesperada de un contrincante político que dócil se suma a tu proyecto, son los focos que encienden la gestación de una primera llamarada del “fuego amigo”.

En la historia reciente hay ejemplos para tomar en cuenta.

Para la sucesión presidencial de 1994, cuando el presidente saliente Carlos Salinas de Gortari perdió a su candidato asesinado Luis Donaldo Colosio, decidió sustituirlo por Ernesto Zedillo Ponce de León. Este guardó un recelo silencioso por no haber sido el primer elegido y lo demostró una vez llegó al poder: por persecución y cárcel a los familiares de Salinas.

En el estado de Veracruz, la llegada de Javier Duarte al gobierno se debe al exgobernador Fidel Herrera. Este le construyó la candidatura y el triunfo, aun por encima de otros precandidatos priistas con mayor experiencia y arraigo. Una vez en el poder, Duarte olvidó el pasado y cerró las puertas a quienes osaron competirle.

En el pasado reciente, la campaña de Rocío Nahle para gobernadora de Veracruz no solo le ganó al PRI, PAN y MC, sino también a la resaca del gobierno morenista saliente, que alentó la candidatura, sin éxito, de su ex secretario de gobierno. Aquí el “fuego amigo” pareció una fogata.

Por tal motivo, antes de lanzar señalamientos a los opositores, los políticos deberían hacer una revisión interna y descartar que los golpes provengan desde adentro, porque en la política mexicana el “fuego amigo” es de todos los días.

¿O usted qué opina?