Juan David Castilla
A más de un mes de las severas inundaciones que azotaron la zona norte de Veracruz, provocadas por el desbordamiento de los ríos Cazones y Pantepec, miles de familias en Poza Rica y Álamo Temapache continúan en una lucha diaria por recuperar la normalidad.
La magnitud del desastre, que ha dejado hasta 21 mil viviendas dañadas y más de 80 mil personas afectadas tan solo en Álamo, ha sido catalogada por los propios damnificados como «peor que la de 1999″.
Decenas de colonias, tanto urbanas como rurales, enfrentan aún las consecuencias devastadoras. El agua arrasó con el patrimonio de innumerables familias, dejando casas inhabitables y provocando la pérdida total de muebles, electrodomésticos y herramientas de trabajo.
“Se perdió todo, pero gracias a Dios estamos vivos», es la frase que se repite entre los damnificados, muchos de ellos claman por un apoyo que les permita reconstruir su vida.
Si bien la ayuda humanitaria, coordinada por autoridades federales y estatales, junto a organizaciones como la Cruz Roja y UNICEF, sigue fluyendo, su distribución y acceso no están exentos de críticas.
Se ha reportado la disparidad en los apoyos económicos y la dificultad para que la asistencia llegue a comunidades incomunicadas.
A la devastación material se suma una creciente emergencia sanitaria. En colonias como Lázaro Cárdenas en Poza Rica, la acumulación de basura, la proliferación de mosquitos y los restos de animales muertos son un foco de alerta, mientras se intenta sanear con cal las zonas anegadas.
La economía local también se encuentra en estado crítico, con hasta un 30% de los negocios de Poza Rica en riesgo de cierre permanente y más de 18 mil hectáreas de cultivos (maíz y cítricos) seriamente afectados, algunos contaminados con hidrocarburos.
Mientras el Gobierno Federal continúa con la entrega de apoyos directos de hasta 20 mil pesos para la reconstrucción, los habitantes exigen una mejor coordinación y, sobre todo, acciones de prevención.
El recuerdo del golpe de agua, que subió en «cuestión de minutos», y los reclamos por una alerta temprana fallida, subraya la urgencia de reevaluar la infraestructura hidráulica y los protocolos de Protección Civil en la región.



