Mensaje a las y los Consejeros Universitarios del CUG-UV
Dr. Rafael Vela Martínez
Compañeras y compañeros consejeros universitarios:
Hoy, en este Consejo Universitario General (CUG), no comparecemos como individuos aislados. Comparecemos como el máximo órgano de gobierno de la Universidad Veracruzana (UV), tal como lo establece de manera inequívoca su Ley de Autonomía, su Ley Orgánica y su Estatuto General; y es precisamente por ese carácter que nadie —absolutamente nadie— puede decirnos qué discutir, qué callar o cómo votar.
Hoy, en este Consejo, la Universidad Veracruzana se enfrenta a su propio juicio histórico. Se mira en el espejo de su pasado y se pregunta, sin concesiones y sin excusas, si quienes hoy la representamos tenemos el valor de honrar los principios que le dieron vida: la autonomía que no se somete, la legalidad que no se negocia, la libertad de pensamiento que no se censura, la pluralidad que no se silencia y la responsabilidad social que no se traiciona.
El Consejo Universitario no es una oficina administrativa, ni una instancia subordinada a intereses coyunturales. Es, conforme a nuestra Ley de Autonomía, la Ley Orgánica y el Estatuto General, el máximo órgano colegiado de gobierno de esta universidad. Aquí no se viene a obedecer consignas: aquí se viene a deliberar, a disentir y a decidir.
La Ley Orgánica de la UV es clara al establecer que el Consejo Universitario General: es el máximo órgano colegiado de decisión; tiene facultades para conocer, discutir y resolver los asuntos fundamentales de la vida universitaria; y debe hacerlo mediante deliberación libre, plural y democrática.
Pretender que este Consejo funcione como una oficialía de partes de la Rectoría no solo es ilegal, es una traición al espíritu universitario. El Estatuto General de la Universidad Veracruzana establece que las decisiones del Consejo deben adoptarse mediante procedimientos democráticos; que el voto es personal, libre y responsable; y que los mecanismos de votación, incluida la votación secreta, son plenamente válidos cuando existen condiciones que puedan afectar la libertad del sufragio.
Cada consejera y consejero que hoy ocupa una silla en este recinto no representa a una autoridad, sino a una comunidad: estudiantes, académicos, investigadores y trabajadores que depositaron en nosotros su confianza para defender la legalidad universitaria, incluso —y sobre todo— cuando hacerlo resulta incómodo. Ninguna forma de presión, condicionamiento, amenaza o intimidación puede ni debe tener cabida en un órgano autónomo. La autonomía universitaria no es un privilegio, es una obligación constitucional que nos exige actuar con independencia de criterio y con apego estricto a la norma. Cuando el miedo entra al Consejo, la universidad deja de ser libre.
La normatividad universitaria es clara:
• Las decisiones trascendentales deben discutirse y votarse, no bloquearse.
• El orden del día no puede convertirse en un mecanismo de censura preventiva.
• La prórroga del mandato de una rectoría no debe imponerse al margen de los procedimientos establecidos, ni por interpretación discrecional, ni por acuerdos cerrados.
• La Junta de Gobierno, como cualquier órgano universitario, está sujeta al escrutinio institucional cuando existen dudas fundadas sobre su actuación.
Proponer una votación secreta no es un acto de confrontación; es un mecanismo legítimo para proteger la libertad del voto cuando existen contextos adversos. Proponer la revisión o renovación de la Junta de Gobierno no es una afrenta; es ejercicio de control institucional. Proponer la invalidación de una prórroga que vulnera la normatividad no es rebeldía; es defensa del Estado de Derecho universitario.
Proponer el nombramiento de una rectoría interina y la convocatoria a un proceso de relevo conforme a la norma no es desestabilizar; es restablecer la legalidad y la confianza. La Universidad Veracruzana no pertenece a una persona ni a un grupo: pertenece a las generaciones que hoy estudian en sus aulas y a las que aún no llegan. Cada decisión que tomemos hoy impactará el prestigio, la credibilidad y el futuro académico de nuestra institución. Veracruz necesita una universidad fuerte, legítima, respetada y libre. Una universidad donde la ley se cumpla, no se negocie; donde el disenso no se castigue, se valore; donde el poder no se concentre, se equilibre.
Compañeras y compañeros: la historia universitaria no recuerda a quienes guardaron silencio para conservar comodidades. Recuerda a quienes hablaron cuando hacerlo implicaba riesgos. Hoy tenemos la oportunidad —y la responsabilidad— de demostrar que el Consejo Universitario General está a la altura de su mandato histórico.
La universidad no puede ser neutral ni complaciente en un país marcado por décadas de corrupción, la simulación y la renuncia a la ética pública. La Universidad Veracruzana tiene el deber histórico de ser ejemplo, conciencia crítica y reserva moral de la sociedad. Callar hoy sería traicionar nuestra razón de ser. Asumamos colectivamente la responsabilidad que nos corresponde, defendamos la legalidad y la autonomía, y dejemos constancia de que esta comunidad universitaria eligió la dignidad sobre la sumisión y el futuro sobre el silencio.
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