Juan David Castilla
El 10 de octubre la naturaleza cambió el destino de muchas familias en Poza Rica. El agua entró sin permiso, llevándose muebles, el sustento diario y la tranquilidad de las paredes del hogar. Dos meses después, el ambiente navideño en una de las casas no huele a pintura fresca, sino a la humedad persistente que aún impide rehabilitar las recámaras.
La familia de Telésforo Munguía, ha tenido que adaptarse a una nueva realidad: dormir en la azotea, en un espacio improvisado, mientras las habitaciones de abajo esperan a que las paredes terminen de secar.
Ellos viven en la colonia Morelos, una de las más afectadas por las inundaciones que dejó el desbordamiento del río Cazones en la ciudad petrolera de Poza Rica, donde Telésforo describe lo ocurrido y la difícil situación de esta época navideña.
La economía es frágil, los gastos de reparación y la falta de trabajo han hecho que los recursos escaseen. Sin embargo, en medio de la precariedad, surge un ritual de resistencia: el montaje del nacimiento.
Doña Tina, guardiana de las tradiciones, ha rescatado las figuras de las cajas. Algunos borreguitos y santos peregrinos aún llevan rastros de la tierra que dejó la inundación, pero para la familia, esas manchas de lodo no son suciedad, sino marcas de supervivencia.
La situación de esta familia es también la de muchos damnificados de la región que hoy agradecen a los desconocidos que llegaron con manos amigas y a los parientes que no los abandonaron.
El nacimiento en esta casa de Poza Rica es, este año, un símbolo de lucha. Se celebra la vida, el estar juntos y la esperanza de que el próximo año traiga consigo la recuperación del ritmo de trabajo y la paz que el agua intentó llevarse.
Entre paredes húmedas y figuras de barro rescatadas del lodo, la Navidad se siente más real que nunca.



