PRI, el aliado que nadie quiere / Hora cero

Hora cero

PRI, el aliado que nadie quiere

Luis Alberto Romero

El discurso triunfalista del dirigente estatal del PRI en Veracruz, Adolfo Ramírez Arana, contrasta con la realidad política que enfrenta su partido.

Mientras él asegura que el tricolor está “fuerte, con rumbo y listo para competir”, lo cierto es que el PRI se ha convertido en el aliado indeseable: ninguna otra fuerza política ha manifestado intención de ir en coalición con ellos rumbo a las elecciones de 2027. Ni el PAN,  ni mucho menos Movimiento Ciudadano ven en el PRI un socio estratégico, sino un lastre electoral que apenas conserva presencia territorial y mínima representación popular tanto en la entidad como en el contexto nacional.

Los números son el reflejo más claro de ese desplome. El PRI que ganó la gubernatura en 2010 y se mantuvo como primera fuerza política estatal hasta 2015, hoy ocupa el quinto lugar en las preferencias entre los veracruzanos, de acuerdo con los resultados de las elecciones municipales de 2025.

Pasó de ser un partido dominante a una fuerza política sólo con presencia testimonial, sin liderazgos sólidos ni estructura operativa; con la situación actual, a lo único que puede aspirar el tricolor en Veracruz es a conservar el registro.

En la legislatura local, apenas cuenta con un par de diputados, y su representación en el Congreso federal es aun menor y carece de peso político.

Pese a ello, Ramírez Arana insiste en hablar de un PRI “organizado, con estructura y en territorio”, cuando su militancia envejece y su narrativa se estanca. Los intentos por recuperar el discurso opositor suenan huecos frente al descrédito acumulado por décadas de corrupción, pactos inconfesables y oportunismo político.

Lo que antes fue una maquinaria electoral temida por la oposición, hoy es un aparato oxidado que vive de la nostalgia y del recuerdo de su propio poder.

Más grave aún, el PRI ha perdido su capacidad de generar alianzas reales. En vez de sumar, su nombre provoca rechazo; y en un contexto donde las coaliciones son necesarias para competir frente a la hegemonía política de Morena, el tricolor se encuentra aislado, sin socios ni proyecto claro. Su promesa de “saber competir solo” parece más una resignación que una estrategia.

La dirigencia priista en Veracruz intenta vender la idea de un renacimiento político, pero las urnas y la opinión pública dicen otra cosa. La sociedad veracruzana ya no ve al PRI como alternativa ni como contrapeso creíble. Su discurso contra Morena carece de autoridad moral y de sustancia política.

Para completar el cuadro, las dirigencias de MC y PAN ya se deslindaron públicamente de cualquier posibilidad de alianza con el PRI.

Si el tricolor pretende sobrevivir al 2027, tendrá que hacer algo más que repetir consignas y evocar glorias pasadas. Necesita reconstruirse desde abajo, asumir su crisis y dejar de engañarse con discursos de autocelebración. De lo contrario, el “partidazo” que alguna vez gobernó México corre el riesgo de seguir como un actor de reparto o un espectador en el escenario político.

@luisromero85